martes, 12 de diciembre de 2017

MI EXPERIENCIA CON ZAGALINES: PARTE 2, INICIACIÓN

Mi primer objetivo es hacer de esta experiencia lúdica, un espacio en el tiempo que sea una verdadera motivación para el niño su asistencia, para colmar sus espectativas de diversión. Esto lo he conseguido a través de juegos, no necesariamente con balón, obviamente. Tengo que decir que los he ido evolucionando o sustituyendo a medida que pasaban las semanas, primando unos sobre otros en función de su implicación, diversión, mayor o menos esfuerzo físico. Ayuda la experiencia de 12/13 años entrenando, para saber a los 5 minutos del entrenamiento, el nivel de implicación que puedo llegar a conseguir en ese día con los niños.

He de decir que era escéptico en cuanto a que los padres estén en la grada mirando como evoluciona la hora de entrenamiento, en el tema de distraer la atención de los pequeños. Sin embargo, además de que tan "solo" son 6 ó 7 padres los habituales con los ojos puestos sobre nuestra actividad, no influyen notoriamente sobre el devenir de los ejercicios y juegos. Por supuesto el niño que sabe que está allí su padre, madre o abuelo, normalmente si marca un gol su vista gira irremediablemente para buscarlo esperando el aplauso o alabanza. Todo esto es lógico. Sin embargo el año pasado tenía algún padre que si bien intencionadamente, solía dar instrucciones a los niños desde fuera de la pista, este año no es así y muestran un perfecto respeto por todos nuestros movimientos con un silencio absoluto (quizá roto por algún aplauso puntual, nada más).

Una vez conseguido que los niños disfruten con esta hora "de fútbol", pasamos a mi primer objetivo. Durará toda la temporada y también durante los dos años de fútbol sala que les quedan: medir la potencia que imprimimos al balón. Esto es lo más complicado con lo que nos enfrentamos los entrenadores a estas edades. Hay multitud de juegos los que se pueden realizar para avanzar en esta misión. Sin embargo normalmente utilizo el ejercicio más básico que existe para avanzar en la tarea: colocarlos por parejas para que se pasen el balón de unos a otros. Los repartos de los compañeros siempre homogeneizando los niños por su físico, por supuesto, aunque no necesariamente. Con este ejercicio además conseguimos que comiencen a reaccionar frente a un balón que se dirige a ellos en cada pase. Desde el año pasado compré un contador de golf para cuantificar los pases que dan aproximadamente (el mío es el de la imagen). La cantidad óptima durante entre 5 y 10 minutos, es de 100 pases. El objetivo, conseguido el año pasado es que nos dirijamos al ejercicio y los niños disfruten con estos pases al colocarse con sus ya amigos y dar en torno a los 150 pases. Para ello escojo una pareja media y cuento entre los que veo y los que intuyo (sic) con el rabillo del ojo, ya que estoy constantemente entre ellos corrigiéndoles y modificando sus distancias. También como digo, es importante diferenciar entre unos días y otros. Habrá días que a los 5 minutos se desmadren y días donde puedan estar hasta 10 y 12 minutos pasándose el balón. Puede parecer aburrido pero los niños disfrutan muchísimo dándose pases y viendo como van aumentando la distancia y siguen siempre intentando conseguir que el compañero no controle, que le den a la primera, buscando un balón que se ha ido lejos, etc 

En este ejercicio básico y que se repetirá casi todos los entrenos del año (de una forma u otra), la premisa es clara: me llega el balón, lo paro y lo paso al compañero. Siempre buscando la mayor precisión posible en el pase. Durante este primer trimestre y basándome en experiencias de otras temporadas, no incido en que el niño comience a utilizar el interior del pie cuando el compañero está a muy pocos metros. En estos tres primeros meses, prefiero que el niño golpee el balón con naturalidad... que es la que su pie le va dictando buscando comodidad, potencia y a la postre precisión. Buscamos que el niño esté cómodo y realice movimientos naturales y el primer movimiento y el primer impulso al ver un balón es darle con la puntera. Pues bien, dejo que el niño se exprese con naturalidad. Creo que si obligamos a un niño a pensar antes de dar al balón, a estas edades tan tempranas, paramos el desarrollo de su psicomotricidad lógica. Ya tendremos tiempo a partir de enero a pasarnos el balón con el interior o disparar a puerta con la puntera, el empeine o la cabeza. Todo esto creo que me lo marcará el tiempo y viéndoles su evolución.

Esta es la base de este primer trimestre. En el siguiente artículo explicaré los ejercicios que realizamos en cada entreno además de este y sus variantes.

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