En el campo calabazón del Celestino Mera, he presenciado el pasado sábado y hoy dos incidentes bochornosos. El primero cronológicamente en un CD Don Benito vs CP Santa Teresa de Badajoz. Partido juvenil de primera división con equipos llamados a luchar por la Liga Nacional Juvenil este año. Minuto 88 y los pacenses marcan el 6-3. Un jugador de dicho equipo corre a por el balón para sacar rápido (el ímpetu de los jóvenes, con un 6-3, pero es normal). Un jugador dombenitense le empuja para que no salga de la portería y se lía una pequeña trifulca donde el jugador de Badajoz agrede a un chico de Don Benito. El árbitro obviamente le expulsa. Al salir del campo, se gira hacia nuestro jugador Romero y le insulta a lo que este hace lo mismo a la inversa. El árbitro lo escucha y expulsa a "Rome". Los separan y cuando va saliendo el jugador de CD Don Benito entra al campo el enfurecido hermano del expulsado pacense y de un medio empujón-puñetazo lanza a dos metros al chaval y se encara con toda la grada mientras intentan agarrarle. Esta agresión es vergonzosa a más no poder, de las más bochornosas que he visto nunca. Un señor musculoso con un chaval de 17 años y sin mediar palabra. Mientras se encaraba a la gente y sin esperar a que llegara la policía, el guardia jurado de las instalaciones deportivas lo acompañó hasta la puerta con lo que tampoco pudo mediar denuncia contra el agresor. De pena, la verdad, toda una pena presenciar esto y con muchísimos niños (además de 200 personas en las gradas) por toda la ciudad deportiva de Don Benito.

El otro incidente hoy. Partido AD Balompié vs CD Calamonte. Segunda jornada de la Primera División Alevín, Grupo 2º. Partido trabado la primera parte acabando 1-1. La segunda empieza mejor el Calamonte, tocando el balón rápido y superando en varias jugadas al centro calabazón. Sin embargo los dombenitenses bien colocados y fuertes en el área e inmediaciones, con paciencia han conseguido llegar y arriba con Viti y Paco colocaron un 5-2 a falta de 10 minutos. Todo esto provocaba gran frustración en la afición visitante, agrabada por un chico que lleva dos o tres años pitando y sigue el pobre
un poco pez, le cuesta evaluar
en caliente y comete errores
de bulto. Pues bien en una jugada dos niños chocan. La siguiente jugada en un ataque calamonteño vuelve un niño llorando cuando lo cambian, seguramente por el choque y la frustración del cambio y también perder así, haciéndolo más o menos bien, la verdad. Y el niño empieza a decir en el banquillo que un señor le ha insultado. Increíble como el padre del niño entra al campo, no hay manera de tranquilizarle incluso con Miguel Araujo el entrenador del Balompié explicándoselo, y sale del campo y se va hacia dicho padre que estaba en la otra punta del campo y con su mujer detrás igual de nerviosa. No sé si tiene antecedentes pero la carrera que se ha dado el entrenador para pararle mientras este vociferaba e insultaba sin sentido no ha sido normal, es como si conociera a dicho individuo. Ni que decir tiene que dicho padre de Don Benito en ningún caso ha insultado al niño. Además, típico padre implicado y que conocemos de sobra, que en la vida se le ocurriría insultar a nadie. Frases del tipo de "
que me lo diga a mí si tiene cojones", "
si hasta los de su equipo han reconocido que le ha insultado", etc etc. Todo un sinsentido el que hemos presenciado en directo fruto de la frustración por una derrota, algo que debe contemplarse como natural en cualquier deporte. A la vuelta del incidente, el entrenador o delegado (?) calamonteño además diciendo "en mi equipo nadie insulta porque va fuera, por mis huevos", calentándose también y muy nervioso. Supongo que algún niño igual ha dicho algo al contrario, pero por el amor de Dios, tienen 11 años los más grandes y ha sido un partido absolutamente limpio con poquísimas faltas. Todo esto es normal? para nada señores. Todo esto es muy pero que muy patético.
Espero que aunque están empezando las competiciones, nada de esto valla a más. Esperemos que todas estas tristes anécdotas vallan dejando paso un un clima más distendido y cordial no ya entre clubes, sino también entre aficiones. De nada sirve que los entrenadores intentemos calmar a este tipo de personajes y aplaquemos los ánimos si después los propios acompañantes de este tipo de personas no hacen lo propio.
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